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domingo, 30 de junio de 2024

El anticomunista: un ser nefasto.

El anticomunismo es una enfermedad mental producto de la deformación del cerebro por parte de la propaganda más inmunda. Si una persona tiene capital, acciones, bienes inmuebles, tierras agrícolas, empresas, etc, es lógico y normal que sea anticomunista. Sin embargo suele ser habitual que un anticomunista sea un pobre diablo sin empleo que ha leído que Stalin mató a 50.000.000 de personas en el gulag. ¿O eran 100?

Un anticomunista no tiene criterio, sólo tiene fábulas enfermizas. Casi todas las tonterías que se publican sobre la Unión Soviética son fácilmente desmontables con sólo usar la lógica y buscar un poco de información.

Un anticomunista es un lerdo que se ha tragado que Estados Unidos garantiza la democracia, los derechos humanos y los helados de pistacho. Hay que ser un auténtico imbécil para creer algo así.

Hacer una comparativa sobre acciones del régimen nazi vs lo que hizo Stalin es sumamente fácil. ¿Gaseaba a deficientes mentales Stalin? ¿Se fabricaron lámparas con piel humana con los prisioneros del gulag? ¿Eran usados los restos de los prisioneros fallecidos en el gulag como fertilizante? ¿Hacían experimentos clínicos con embarazadas? ¿Construyeron inmensas instalaciones con cámaras de gas cuya única finalidad era el exterminio industrial a gran escala?

A pesar de que muchos ejemplos no resisten la más mínima comparativa, un anticomunista se empeña en equiparar el nazismo con el comunismo, cuando el nazismo no tiene comparación con nada de cuanto se haya conocido en la Historia.

La opinión de un anticomunista no vale nada porque está basada en prejuicios, dogmas, propaganda y mentiras.

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